Por Daniel Otzoy
El año 2020 quedará marcado en la historia por una de las más importantes pandemias de la historia de la humanidad y puede que sea recordada tan fatídicamente en muchos aspectos como lo fue la pandemia de gripe española en 1918. Por consiguiente, la celebración del Día Mundial de la Salud ha quedado marcada también ante la crisis sanitaria global la cual ha puesto en jaque muchos de los sistemas de salud en países con sistemas sanitarios muy fuertes (O al menos en los papeles), ante la avalancha de casos de un virus que se ha ensañado especialmente con el grupo de adultos mayores, en donde la letalidad ha sido mayor.
La principal estrategia promovida para la contención del virus a nivel mundial ha sido el distanciamiento social y el aislamiento. Bajo el lema “Quédate en casa”, se ha desplegado un bombardeo mediático sin precedente, que sin embargo no ha sido aceptado del todo por algunos sectores en donde se plantea al factor económico como primario por encima del sanitario. “Los que tenemos 70 años o más, nos cuidaremos nosotros mismos. Pero no sacrifiquemos al país” fueron las palabras del vicegobernador de Texas, Estados Unidos, que dieron la vuelta al mundo y que ejemplifica lo anterior. El debate está servido sin lugar a dudas, y hay quienes afirman que el hambre generada por la recesión económica puede llegar a ser más letal que la pandemia en sí.
Lo que podemos afirmar con certeza, es que el paradigma social ha cambiado. Hay quienes mencionan que el coronavirus está acelerando la transformación digital de las organizaciones en sectores particularmente resistentes al cambio. De alguna forma (O de muchas) este está siendo el escenario general: Empresas que se resistían a dar el salto al teletrabajo, se han visto en la necesidad de mandar a la casa a muchos de sus empleados y mantener la interacción laboral, tanto a lo interno como con los clientes, por medio de herramientas de video conferencia. Escuelas y universidades que tímidamente comenzaban a incursionar en las plataformas digitales para reforzar la enseñanza, han tenido que dar un salto abrupto a la teleducación, con todo lo que eso ha implicado tanto para docentes como para alumnos. Hasta en el sector público, mucho más lento en subirse al tren de la transformación digital, está mostrando sorprendente flexibilidad en la transformación de los procesos organizacionales.
El sector salud, en particular, se ve hoy en ojo del huracán ante la avalancha de innovación y soluciones digitales para apoyar la prevención y respuesta a la crisis, unas más (o menos) maduras que otras, bajo distintos esquemas comerciales y de licenciamiento, desde lo más “fancy” como la inteligencia artificial hasta lo más elemental como la gestión de la cadena de abastecimiento de medicamentos e insumos médicos. Algo importante a destacar es el impulso que se le ha dado a la telemedicina, concretamente a la teleconsulta, lo cual ha permitido frenar, en mayor o menor proporción de acuerdo al país, a las hordas de pacientes hacia las emergencias de los hospitales haciendo “teletriaje” y tratar de hacer más eficiente el uso de los test de laboratorio y la respuesta del personal sanitario.
Pero hay un componente del que no se ha hablado demasiado, al menos no hasta los últimos días, que es el mantener estilos de vida saludables a pesar del encierro, tanto en lo físico como lo mental. Con el lema “mantente en casa, mantente saludable”, se ha tratado de reforzar la idea en las poblaciones que el encierro no debe implicar otros problemas de salud asociados al sedentarismo, los excesos en comidas y alcohol, los trastornos de ansiedad y estrés, y otros más que pueden tener un impacto de grandes dimensiones en enfermedades no transmisibles, las cuales siguen siendo la gran amenaza a largo plazo para los países.
Para ello, la salud digital se plantea como una estrategia importante que contribuye a estimular los buenos hábitos en casa y acciones preventivas. Aplicaciones móviles con rutinas de ejercicios para la casa y el control de la dieta acorde al perfil de cada persona, así como para la relajación y meditación, relojes inteligentes y podómetros electrónicos, y por supuesto, consejería y terapia preventiva de salud mental a través de teleconsulta, pueden resultar en estrategias útiles para mantenerse a salvo en casa cumpliendo con las disposiciones de distanciamiento social y aislamiento, manteniendo a la vez un estilo de vida saludable, al menos dentro de lo posible.
La transformación digital en salud, hoy más que nunca, representa una oportunidad para nuestros países tanto para la atención sanitaria y las acciones de salud pública como para reforzar los estilos de vida saludables y prevención de enfermedades no transmisibles y mentales, sin perder de vista que la tecnología por sí sola no genera el cambio, ya que el mismo depende del cambio del paradigma social, el cual hoy se ve acelerado por esta emergencia sanitaria internacional y lo que se proyecta posterior a la misma.
En la conmemoración de día mundial de la salud atípico, queremos apoyar el mensaje de quedarse en casa y mantenerse saludables a la vez.
Daniel Otzoy es consultor internacional especialista en salud digital y coordinador de la Red Centroamericana de Informática en Salud.