Por: Alejandro Benavides
Ya desde el 2014 la revista Journal of the American Medical Informatics Association en su artículo: “Una propuesta marco para evaluar la interoperabilidad en el intercambio de información sanitaria (A Proposed Framework for Assessing Interoperability in Health Information Exchange) ” se refería a la pseudo-interoperabilidad como un posible resultado no deseado de la falta de interoperabilidad donde existían limitaciones significativas en la capacidad de los sistemas de información para utilizar la información compartida, no siendo esta información significativa, completa o útil para los proveedores de atención médica.
Así que, probablemente estemos en proyectos donde creemos que estamos habilitando interoperabilidad pero donde también existan limitaciones técnicas como la falta de estándares comunes para la transferencia de datos, limitaciones en la interoperabilidad semántica, como la falta de acuerdos sobre el significado de los términos utilizados para describir los datos, esto por mencionar algunos.
Hoy en día entendemos que la interoperabilidad se debe abarcar principalmente en cuatro dimensiones:
Si en los proyectos donde se está implementando interoperabilidad se omite algunas de estas dimensiones, muy posiblemente los proyectos terminarán pseudo-interoperando llevándolos a grandes deficiencias a corto, mediano y largo plazo específicamente cuando se inician los procesos de calidad de datos para ser utilizados como insumo en la toma de decisiones basada en evidencia o para la creación de políticas de salud pública.
Como resultado, construir ecosistemas basados en la pseudo-interoperabilidad puede llevar a estos ecosistemas a presentar los siguientes riesgos:
- Falta de coordinación del cuidado: Puede dificultar la coordinación del cuidado entre los diferentes proveedores y organizaciones de atención médica, lo que puede resultar en una atención fragmentada y de baja calidad.
- Duplicación de esfuerzos y errores: Los proveedores pueden tener que repetir pruebas y procedimientos que ya se han realizado, lo que puede resultar en una duplicación de esfuerzos y aumentar el riesgo de errores médicos.
- Pérdida de información: Puede haber una falta de acceso a la información del paciente y a la historia clínica completa, lo que puede resultar en decisiones de tratamiento inadecuadas o incompletas.
- Riesgos para la seguridad de los pacientes: Puede aumentar los riesgos para la seguridad de los pacientes, especialmente si los datos críticos del paciente no están disponibles en tiempo real para los proveedores de atención médica.
- Ineficiencias en el proceso: Puede haber ineficiencias en el proceso de atención médica, lo que puede resultar en costos adicionales y retrasos en la atención.
- Falta de participación del paciente: Los pacientes pueden tener dificultades para acceder a su información de salud y participar en la toma de decisiones de su atención médica.
Adicionalmente, pseudo-interoperar puede llevar a catastróficas y cuantiosas pérdidas financieras en las instituciones, algunos casos que se conocen son:
- Un estudio del 2018 de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg estimó que la falta de una correcta interoperabilidad de los registros electrónicos de salud (EHR) le costó a los hospitales estadounidenses $1.5 mil millones en costos administrativos adicionales.
- Un informe del 2016 de la Comisión Nacional de Garantía de la Calidad de Atención Médica de los Estados Unidos estimó que la falta de correcta interoperabilidad en la atención médica de EE. UU. cuesta al menos $30 mil millones por año.
- Un estudio del 2015 publicado en Health Affairs estimó que el costo de la falta de correcta interoperabilidad en la atención médica de EE. UU. fue de $77.8 mil millones por año.
- Un informe del 2014 de la Alianza de Interoperabilidad de la Salud estimó que la falta de una correcta interoperabilidad en los sistemas de información de salud de EE. UU. le costó al sistema de salud $30 mil millones por año.
Llama la atención que no existe en la región de Latinoamérica estudios respecto a los impactos negativos en este tema; esto parece sugerir la necesidad de realizar este tipo de estudios de proyectos que iniciaron con pseudo-interoperabilidad y que costo tendría llevarlo sin considerar todas estas dimensiones.
Por otro lado, organismos como HL7 Internacional sugiere que los equipos de trabajo que discuten la adopción de sus estándares sean multidisciplinarios y multisectoriales, ya que esto permitiría que las discusiones se generen entre las diferentes dimensiones y los impacto que esto tendrán a la hora de ir diseñando las estrategias necesarias para sus adopciones e implementaciones.
Actualmente, se entiende que la interoperabilidad solo representa una capa de varias dentro de una infraestructura de datos en salud que deben ser armonizadas y en la que cada una de las mismas necesitan ser discutidas con el fin de definir los alcances y lograr mapearlos en las diferentes dimensiones de la interoperabilidad.
Herramientas como “Caja de herramientas para la madurez de la interoperabilidad de los sistemas de información de salud: Herramienta de evaluación (Health Information Systems Interoperability Maturity Toolkit: Assessment Tool)” desarrollado en colaboración con USAID puede dar un panorama general y poder generar una hoja de ruta integral.
La pandemia del Covid-19 no solo aceleró la digitalización en los sistemas de salud, sino que evidenció que la necesidad en que los sistemas interoperen es sumamente necesario, esto provocó que en muchos casos se “priorizara” en resolver la parte técnica de la interoperabilidad ignorando todas sus demás dimensiones. Actualmente, hoy se habla más en la elección de las tecnologías para lograr interoperar que de las áreas legales, normativas, terminologías y calidad de datos. Es necesario repensar cómo estamos llevando adelante estos proyectos, qué está quedando por fuera de las discusiones y garantizar que se están habilitando ecosistemas con arquitecturas interoperables.
Alejandro Benavides es Ingeniero en Sistemas con más de 15 años de experiencia en proyectos de salud digital e interoperabilidad como arquitecto y asesor Sénior de salud digital. Es Co-fundador y Director Ejecutivo Adjunto Global de RECAINSA.