Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el suicidio fue la segunda causa de muerte de jóvenes de entre 15 y 29 años en todo el mundo en el año 2016. Asimismo, más del 79% de los suicidios en todo el mundo tuvieron lugar en países de ingresos bajos y medianos. Por otra parte, en América Latina, el 6,54% de la población padece demencia, cifra que se cuadruplicará hacia 2050. Más aún, se espera que la prevalencia de la demencia en la región sea mayor que en los países desarrollados, producto del envejecimiento de la población. Estas son solo algunas de las cifras asociadas a condiciones de salud mental, uno de los programas más importantes de salud pública pero que, sin embargo, se encuentra desatendido en muchos de los países de América Latina. Algunas de las posibles causas es que existen muchos estigmas y barreras culturales en cuanto a algunas de estas condiciones y enfermedades, sumado a la falta de una promoción y oferta adecuada que permita llegar de forma temprana a todos los estratos de la población. Este rezago se traslada también a la Salud Mental Digital, área de la salud digital aplicada a las intervenciones de salud mental, teniendo una baja adopción en la práctica clínica y un poco mayor en la terapéutica. No obstante, la pandemia de COVID-19 ha puesto sobre la mesa la relevancia de la salud mental y la necesidad de incrementar la inversión en el acceso a toda la población a la atención en salud, así como también se ha acelerado el uso de la salud mental digital como una alternativa la continuidad de servicio a los pacientes. En el webinar del mes de octubre de RECAINSA, conversamos con un grupo de expertos sobre las intervenciones que se vienen realizando en América Latina en cuanto a salud mental digital, así como los principales retos encontrados y las estrategias para superarlos.